Karol Fernández tenía 22 años y murió el 4 de septiembre al caer al hueco de un ascensor en un edificio del barrio de Retiro. Hasta el momento, se descartó la hipótesis de un crimen.
Los investigadores de la muerte de Ana Karolina «Karol» Fernández, la estudiante universitaria brasileña de 22 años que el 4 de septiembre cayó en el hueco del ascensor desde un piso 14 en un edificio del barrio porteño de Retiro, determinaron que la joven tenía 1.8 gramos de alcohol en sangre y que la puerta del elevador presentaba una falla.
La fiscal a cargo de la causa, Cinthia Oberlander, recibió en las últimas horas informes de algunos peritajes clave que ahora orientan la investigación a que la muerte de la joven estudiante de medicina pudo haber sido el desenlace de una combinación trágica entre una avería del ascensor y un exceso de alcohol.
En tanto, si bien cuando trascendió la muerte de Fernández, fuentes policiales habían informado a la prensa que en la casa donde ocurrió todo se había hallado una bolsa con un extraño polvo rosa que se sospechaba podía ser una droga sintética, algo que fue desmentido este lunes.
«No se secuestró ningún polvo rosa. Sólo fueron versiones periodísticas y nada de esto figura en el sumario elaborado por la comisaría vecinal 1A ni en las actuaciones de los peritos de la Unidad Criminalística Móvil», aclaró una calificada fuente judicial a Télam .
Incluso, entre las varias declaraciones testimoniales que Oberlander recabó desde que el juez Manuel de Campos delegara la instrucción en su fiscalía, varios policías y peritos que estuvieron trabajando en el lugar fueron interrogados sobre el polvo rosa y todos negaron haber visto esta sustancia.
La fuente consultada aclaró que «lo único que se secuestró del departamento fueron las pertenencias de la víctima», entre ellas, su cartera y su calzado, ya que «los peritos no detectaron ningún indicio de criminalidad en la escena».
Un primer informe de laboratorio remitido a la fiscalía reveló que Fernández tenía en sangre una graduación alcohólica elevada, de 1.8, pero aún se aguarda el estudio toxicológico completo que indicará si la joven ingirió o no alguna otra sustancia.
«Es sólo una hipótesis, pero con ese grado de alcohol la chica pudo haberse sentido desorientada y abrió la puerta del ascensor, que nunca debió abrirse, pensando que era otra», afirmó uno de los investigadores.
En las testimoniales, tanto las chicas que aquella noche salieron a un bar con Karol, tal como le decían sus amistades, como el tenista con el que ella salía y el amigo que ya de madrugada la recibieron en el departamento, coincidieron en que lo único que consumió la víctima a lo largo de la noche fue alcohol.
En la causa también declaró lo mismo un tercer joven que esa madrugada estuvo en el departamento pero se fue antes de que la universitaria cayera por el hueco del ascensor.
La División Siniestros de los bomberos de Policía de la Ciudad ya le remitió a la fiscal el informe final sobre el peritaje de la puerta del ascensor y llegó a la conclusión de que presentaba una falla.
Se trata de una puerta de madera, no metálica como habían informado otras fuentes, que en el piso 14 de ese dúplex que también abarca el piso 13, se abre sola sin que esté la cabina en el nivel.
El técnico que hacía el mantenimiento y los controles del elevador ya está identificado en la causa desde el primer día y podría ser citado a declarar por la fiscal Oberlander.
El expediente sigue bajo la carátula provisoria de «muerte por causas dudosas», aunque de no surgir otra hipótesis y afirmarse la del accidente por la falla en la puerta, podría cambiar a una investigación por «homicidio culposo».
Sin embargo, la fiscal investiga desde el inicio todas las hipótesis, e incluso preguntó en el entorno de la víctima cómo era la relación del Karol con el tenista y no surgió de esas testimoniales ningún antecedente ni indicador de violencia de género, sino más bien todo lo contrario.
La autopsia determinó que la chica murió como consecuencia de los múltiples traumatismos que padeció en la caída de 17 niveles, desde el piso 14 cayó hasta el tercer subsuelo, y no detectó ningún signo de defensa o lesión previa que indique algún tipo de lucha previa.
«Karol» Fernández, una brasileña que estudiaba la carrera de medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), apareció muerta la mañana del 4 de septiembre en el foso del hueco del ascensor tras haber caído del piso 14, en un edificio de la avenida Del Libertador 654, entre Cerrito y Libertad, del mencionado barrio de Retiro, donde estaba con dos jóvenes, uno que vivía en el edificio y el otro, un tenista de 26 años que salía con ella hacía dos años.
Según lo que pudieron reconstruir los investigadores, la noche del 3 de septiembre Karol había ido a un bar de Belgrano con amigas a festejar que habían aprobado un examen de la facultad, pero tras mensajearse con su novio, alrededor de las 2 de la madrugada ya del viernes 4, fue en un Uber al departamento del amigo del tenista.
Ambos jóvenes declararon que habían jugado a las cartas y tomaron bebidas alcohólicas hasta que en un momento Fernández se quedó dormida en un sillón del living, ellos dos decidieron ir a otro sector del departamento y cuando regresaron no la encontraron, vieron la puerta abierta del ascensor y llamaron al 911.
La víctima quedó tendida boca arriba, vestida con un jean azul y una remera negra y en medias, sin calzado colocado.