Grabado junto con el colombiano Carlos Vives y el argentino Cheche Alara, la artista de Arequito, ya lejos del poncho, despliega en su flamante trabajo, que presentará en vivo a principios de octubre en el Teatro Ópera, una mixtura entre las tradiciones argentinas y latinoamericanas en general.
Soledad Pastorutti, que ya tiene listo “La Gringa”, un álbum que coprodujo junto al colombiano Carlos Vives y el argentino Cheche Alara, y que la llevó de lleno a una mixtura del folklore latino, defendió ese cambio al considerar que es una artista que se aggiorna a estos tiempos “y estos tiempos me dieron una libertad que antes no tenía”. Nacida en Arequito, la cantante también dijo que trabaja junto a la compositora Claudia Brant para escribir letras porque, dijo, “quiero explayarme sobre cosas que me pasan, ya que antes me resultaba más fácil hablar por boca de otro”.
Moviéndose entre Arequito, Buenos Aires, Santa Marta y Miami, las canciones más bailables, alegres y empapadas de los ritmos del folklore argentino y latino pasan de la mano de Soledad a las de Vives. Mientras que entre Alara y Pastorutti circulan las más calmas y baladas como “Aunque me digas que no”. La presentación de su nuevo trabajo culminará con los shows del 5 y 6 de octubre en el teatro Ópera. La cantante dialogó con la prensa:
Periodista: ¿La letra de “La Gringa” tiene un toque irónico?
Soledad Pastorutti: Sí. En realidad surge de muchas charlas con Carlos. Nos conocemos hace tiempo, pero, para la etapa del disco, hicimos varios encuentros en los que cada uno trató de encontrar qué es lo que veía del otro y empezamos a encontrar muchos puntos en común. Un día le mandé casi una autobiografía, escribí todo y más: desde tratar de describir cómo era mi pueblo, cómo mi familia y cosas así. Surgen muchas ideas a través de esa autobiografía y un día después de hacer 4 o 5 canciones lo llamé y le dije “creo que el disco quiero que se llame ‘La Gringa’, pero para que pase eso necesito una canción y me imagino que sea rítmica”. Me mandó el patrón rítmico por WhatsApp y en un momento me dijo que se le ocurrió una cosa y me mandó “aunque mi piel la dora el sol de mi bandera, a mí me dicen la gringa de Santa Fe”. Lo que nos pasó a los dos un poco es que somos artistas que hacemos música de raíz, pero no tenemos los rasgos que se supone que un artista así tiene que tener.
P.: ¿El disco es de folklore argentino o latinoamericano?
S.P.: Es argentino pero con un tinte más internacional. Hay algo que se parece a una chacarera o un malambo, pero no tiene estructura. Es intentar que esta canción pueda representar a Latinoamérica toda también. Esa es la idea, pero desde Sudamérica.
P.: ¿Qué era lo que tenía ganas de decir?
S.P.: Suelo hablar mucho de mí. A mí me cuesta ponerme en un lugar de lo que yo creo que debería ser, me parece que no tengo autoridad moral para eso y no me siento en ese lugar. Una vez alguien que escribió muchas canciones me dijo “no hay que señalar con el dedo” y eso lo tomé como un buen consejo. Lo que hago es hablar de mí y de lo que siento. Hay una canción que se viene que habla de dónde elegí vivir y dónde nací. A mí me pasa mucho que por ser del interior y por venir mucho acá, no soy de aquí ni soy de allá, y la lucha constante que tengo con quienes trabajan conmigo y dicen como que soy una persona que tiene un exceso de humildad, que no sé si ayuda mucho a una carrera artística. Yo lucho mucho con eso porque yo soy así, yo soy de esta manera. En eso soy tozuda también, ahí tengo un grave defecto. Pero bueno, hay una idea de una canción que yo escribí hace tiempo que dice “discúlpeme si yo no puedo vivir aquí, no tengo la altura”, que también es una ironía porque soy petisa y como si alguien que nació en un pueblo no tiene la altura para salir al mundo. Está un poco inspirada también esa canción en muchas frases que utiliza el folklore. Aquella de “pinta tu aldea y pintarás tu mundo”, aquella de que somos habitantes del mundo de Atahualpa Yupanqui o José Larralde que decía “yo anduve por todo el mundo en este mismo lugar”. Esa frase a mí me encanta, es mi frase de cabecera. El folklore, no por el folklore en sí, sino por la sociedad en la que vivimos, tenía unos límites que hoy podemos superar tranquilamente. Siempre fui una atrevida porque me vestí de gaucho y revoleaba el poncho, pero después creo que perdí esa capacidad de ir más allá por intentar protegerme y porque muchas cosas me tocan de una manera muy especial. Con Carlos Vives encontré esta cosa de desparpajo de nuevo y de divertirme un poco más. Con respecto a la mujer, siempre parecía que la mujer no podía ser sensual dentro del folklore.