Breve Historia de los cinco intentos de doblegar al País Integral y en Desarrollo. Y van por la sexta…..
Primera Parte: “Los vientos del Mar”
Por Luis Chervo
Existe una tendencia de que un País marginal debe ser explotado y dominado por un diez por ciento y dominando al resto silenciosamente y con buenos modales.
De antemano debo decir que para analizar la economía argentina, hay que tomarla en su totalidad y contar globalmente, pero yo no voy a hacer eso hoy.
Quiero que nos concentremos en un tema y tomemos dimensión de los restantes.
En lo referente a la construcción de una flota de ultramar, debemos indicar que en 1939, cuando se inicia el conflicto internacional de la segunda guerra mundial, la cantidad de buques era cero.
Recién se compran 40 a astilleros Italianos, en 1941 y en el 42 se incluyeron 3 buques más esta vez desde Alemania. En ese año 1942 un submarino Alemán, hunde al buque Río Tercero en el atlántico norte y luego son incorporando cuatro para el comercio en nuestros mares del sur.
Entre 1941 y 43, compra 4 buques más a Italia y Francia. Todo esto cuando asume Perón, a través del Ministerio de Marina, triplica la capacidad de la flota en el primer año, dando un nivel de actualización y modernización a casi la totalidad de la flota mercante Argentina, que en forma determinante comenzó a surcar los mares del Mundo post Guerra Mundial, en donde todo estaba por hacerse.
El crecimiento del tonelaje de registro bruto de la flota mercante argentina de ultramar pasó de 254.000 toneladas en 1939, a 1.322.283 en 1948. El porcentaje de utilidad del 50.96 en el período 1941-1942, fue del 38.46 en 1945.
La nueva realidad hizo que Argentina se ponga a la cabeza del transporte de alimentos refrigerados, para llevar, carnes, huevos, mantecas, quesos de un nivel cada vez de más excelencia, que eran productos deseados y requeridos en todos los mercados del Mundo.
Esto llevó también a que surgieran astilleros en nuestro País, que eran necesarios para reparaciones y construcción de piezas, para que la flota siga operando, al mismo tiempo, se pagaban excelentes salarios que eran acompañados por premios por productividad y con excelentes condiciones de trabajo y cobertura a las familias en tierra.
Ahora el propósito fue en primera instancia del Gobierno Peronista, de lograr enviar el 100% de la mercadería argentina en barcos con su bandera, pero ante las quejas internacional , se bajó a un 50%, y luego a una quinta parte pero fue más que suficiente para lograr un impresionante caudal de divisas que quedaban en nuestro País.
En 1947 decía Juan Perón: “Solamente en fletes marítimos gastamos 400 millones por año, porque carecemos de flota propia; ahora que tenemos una flota de 1.200.000 toneladas, el importe de los fletes no irá a las compañías extranjeras sino a nuestras propias empresas. Si antes ustedes veían en el puerto 20 barcos extranjeros y uno solo con bandera argentina, ahora verán 20 barcos de nuestra bandera por cada uno de bandera extranjera”.
Desde 1947 a 1952 se asiste a un importante incremento en el tráfico de pasajeros, en el cual gravitan las corrientes inmigratorias que se producen en esos años. El número de pasajeros transportados pasó de 1.9 millones en 1947 a 17.6 millones en 1951. De igual forma, las cargas se incrementaron de 575.4 a 866.7 miles de toneladas.
Analicemos esto, mientras la marina mercante mundial creció desde 1939 a 1951 en un 31%, la marina mercante argentina aumentó en un 286.6%, lo cual indica como Perón toma esto como una política de estado de alta prioridad.
En 1952 la flota mercante argentina no sólo era grande, sino que era también una de las más modernas del mundo. Tomando como base el tonelaje bruto, el 34.2% de la flota argentina tenía menos de 5 años en 1952, mientras que la de Gran Bretaña tenía en esa edad al 20.5% y la de Estados Unidos al 1.9%. La mayor parte de los barcos nuevos y más eficaces pertenecían a las flotas del Estado, pero se abría al capital privado que lo hacía con eficiencia y proyección internacional, que fue fuente de grandes fortunas privadas.
Muchos amigos se ríen de mí, pues me gusta llamar las cosas por su nombre y la manera más clara es cuantificar, por eso digo que en 1951 ya teníamos 150 barcos de última generación en los mares del mundo, prácticamente pagos con el mismo trabajo de fletes y de ventas de pasajes de ultramar, que en promedio habían salido un promedio de 1.500.000 dólares y a esa fecha ya valían unas cuatro o cinco veces más.
El valor total de la flota mercante, incluidos los buques de menos de mil toneladas, las instalaciones portuarias y todos los artículos concernientes al transporte marítimo y fluvial, accedía el 1º de abril de 1950 a 2.500.000.000 millones de pesos, suma igual al precio que en 1946 se pagaron por los ferrocarriles ingleses.
Con el peronismo, el país pasó a ser una potencia marítima, ocupando el lugar número 14 a nivel mundial, transportando el 1% del comercio internacional de la época, y dando trabajo a la población, y créditos a la industria naval local, multiplicando la demanda y la oferta del sector marítimo nacional.
Esa conciencia social se hizo piel en la mayoría del pueblo Argentino, que dura hasta nuestros días, en el cual todos nos damos cuenta que significado tiene el dominio de nuestros puertos y mares, para comerciar nuestros productos.
Pistarini (infraestructura), Savio (acero), San Martín (aviación), Ramón Subiza (política), Raúl Mandé (asuntos técnicos), Oscar Nicolini (comunicación),Ivannisevich (educación), Sosa Molina(defensa), José Constantino Barro (industria y comercio), Bramuglia, Paz y Remorino (Relaciones Exteriores), Ramón Carrillo (Salud),Juan Castro (transporte), Freire (trabajo), Cereijo (hacienda) entre otros fueron colaboradores de un estratega único, iluminado para su época, que levantó tras bandera, que por más pisadas y rotas estén, siguen flameando, quiero decir, esto no lo podía hacer solo un hombre, si un conjunto de hombres y mujeres, que vean con claridad que esta Argentina se hace paso a paso, por más que de adentro y de afuera del Movimiento, nos empujen y nos demos un tropezón.