Brasil atraviesa una nueva fase crítica en su lucha contra el crimen organizado. En las últimas semanas se intensificaron los enfrentamientos entre la policía federal y facciones narco en los estados de São Paulo, Mato Grosso y Río de Janeiro, dejando más de 120 muertos en operativos y choques callejeros informados hasta el día de hoy.
El conflicto resalta la dificultad del Estado brasileño para mantener el control territorial, especialmente en periferias urbanas y rutas de la producción de cocaína hacia Europa. Para la región latinoamericana, este resurgimiento es una advertencia: la violencia narco no solo afecta a Brasil, sino que genera reconfiguración de rutas, alianzas y peligros que utilizan como “spill-over” hacia países vecinos.
La pregunta clave es si el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva podrá combinar fuerza policial con políticas sociales efectivas, o si veremos un nuevo ciclo de ruptura institucional en clave de seguridad.