En los últimos tres meses, el precio de la nafta volvió a acelerar por debajo del radar. Entre julio y octubre de 2025, los combustibles aumentaron entre 10% y 12% en promedio a nivel nacional, muy por encima de la inflación acumulada del período (6,2%).
Mientras que, en la Ciudad de Buenos Aires, la nafta súper de YPF pasó de $1.245 a $1.367 por litro, mientras que la premium ronda los $1.620. Aunque los ajustes fueron “graduales” y sin comunicados oficiales, las petroleras —YPF, Shell, Axion— aplicaron microaumentos semanales dentro del nuevo esquema “dinámico”, que permite mover precios sin anunciar porcentajes fijos.
En otras palabras: el congelamiento formal ya no existe, solo se diluyó en aumentos fragmentados.
📉 Octubre: el mes sin impuesto… pero con aumento
El Decreto 699/2025 postergó nuevamente la actualización del Impuesto a los Combustibles (ICL e IDC), que debía aplicarse el 1° de octubre y se trasladó al 1° de noviembre.
El argumento oficial fue “cuidar la inflación”, pero en los surtidores el alivio no se notó: los precios subieron igual entre 1% y 3%, según estación y provincia.
Esto confirma que el problema no es el impuesto, sino el atraso de precios frente al dólar y al barril internacional.
📈 Un año de combustible caro
Si se amplía la mirada, el aumento acumulado desde octubre de 2024 hasta hoy supera el 70%, una cifra que prácticamente empata con la suba del dólar oficial y triplica la mejora salarial promedio (según INDEC, los sueldos crecieron 24% en el mismo lapso).
Esto significa que llenar el tanque cuesta más que nunca en términos de poder adquisitivo, incluso sin nuevos impuestos.
🧩 Conclusión: el relato del “orden” se carga en el surtidor
El Gobierno logró contener el dólar financiero y celebrar una desaceleración de precios en algunos rubros, pero los combustibles muestran otra cara, la inflación estructural sigue viva, solo que más silenciosa. Aun con impuestos congelados, precios “libres” y promesas de competencia, el litro de nafta no deja de subir.
Y cuando la nafta sube, todo lo demás sigue el mismo camino: transporte, alimentos, y la paciencia de un bolsillo que ya no tiene más margen.