En la última semana, diez argentinos fueron deportados desde Estados Unidos en un vuelo que aterrizó en Ezeiza. El operativo fue contratado por el gobierno de Donald Trump y no tuvo mayores explicaciones.
Cabe destacar que lo insólito es que hace apenas unos meses se anunciaba con bombos y platillos que los argentinos podrían viajar a EE.UU. sin necesidad de visa. Hoy, en lugar de mayor apertura, la realidad muestra lo contrario: ciudadanos argentinos expulsados y familias separadas.
En este marco, uno de los deportados, Mario Luciano Robles (25 años), contó: “No somos criminales, solo vamos por el ‘sueño americano’”. Otro caso es el de Maximiliano García, que tenía residencia legal y aun así fue detenido al intentar regularizar su situación.
Lo más preocupante es el silencio oficial. Desde la Casa Rosada no hubo protesta ni reclamo formal. El gobierno parece priorizar la buena relación personal con Trump antes que defender los derechos y la dignidad de los argentinos.
La señal es clara: pasamos de escuchar la promesa de viajar sin visa, a enfrentar la humillación de ser deportados.