OPINIÓN

«Retomemos la marcha del Movimiento Nacional» por Mario Mazzitelli.

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Sobre las debilidades, confusiones, dudas y finalmente fracaso del gobierno anterior, cabalgó un sector de la derecha que piensa al país como apéndice del sistema capitalista residual. Ganaron una batalla, cultural y política por razones que hay que profundizar. Hubo causas. Ya tenían el Poder Económico (nunca cuestionado por la gestión anterior, incluso cuando la inmoralidad y las estafas al Estado eran siderales; como en el caso Vicentín) y sumaron el Poder político expresado en el Ejecutivo Nacional.

El drama principal que vivimos hoy es que, mientras esa derecha muestra una certeza total (hasta el fundamentalismo) muchos dirigentes del movimiento nacional deambulan como “turco en la neblina” sobre un mar de dudas. Se vio de un lado la prepotencia, el avasallamiento, el insulto (nido de ratas) etc. y del otro la culpa, el silencio, la confusión.

Situación peligrosa para la integridad argentina, si no se arma rápidamente un dispositivo defensivo y una unidad programática que confronte democráticamente contra este nuevo intento de sujetar a la Argentina a mandamientos ajenos al interés y los anhelos nacionales.

La desnaturalización de la Revolución de Mayo.

La revolución fue el punto más alto en el proceso hacia nuestra independencia. Empezamos el autogobierno, con su necesario aprendizaje. La guerra de liberación, con todo su desgaste. La conquista de la libertad, para asumir nuestro destino. La reapropiación soberana del territorio y las riquezas, para el desarrollo de las fuerzas productivas y la felicidad del naciente pueblo argentino. Etc.

En paralelo, los intentos contrarrevolucionarios siempre estuvieron activos. Desde el mismo Cabildo abierto de aquel 25 de mayo de 1810 (Lué: «Mientras haya un español en América, a ese español los americanos deben obediencia»), hasta nuestros días (la oligarquía de turno en sus múltiples facetas). Siempre atentos al uso del poder político para realizar negocios privados con las potencias dominantes, aunque sea a expensa de sacrificar la independencia nacional y el interés de las grandes mayorías. Siempre con sus componentes externos e internos activos, en complicidad, generando algo así como un subsistema del coloniaje, en el que se asocian para maximizar sus ganancias; con menoscabo por el interés colectivo. La oligarquía económica (comercial, terrateniente, de servicios, etc.) veló por sus intereses, sin reparar en las consecuencias negativas que su acción proyectaba sobre el resto de la población. Etc.

El valor simbólico de las fechas

En esta historia se fueron forjando las fechas anteriores y posteriores a la gloriosa revolución del 25 de mayo de 1810: la victoria sobre los invasores ingleses en 1806 y 1807, la batalla de San Lorenzo, la Declaración de la Independencia, el cruce de los Andes, la Vuelta de Obligado, la Organización Nacional…y también las de la contrarrevolución: endeudamiento, pactos espurios, golpes de Estado…

Diferente a todo lo anterior será este 25 de mayo de 2024. Ahora vamos a ver la desnaturalización de nuestra fecha patria. La contrarrevolución se monta en el 25 de mayo.

La prueba: “¿El Pacto del 25 de Mayo tiene el espíritu del Consenso de Washington?, preguntó Infobae a Milei; -Correcto-, contestó el Presidente.” Es decir, subordinación a la voluntad de los EEUU. Es la ejecución de la hipoteca de la independencia nacional que venimos procrastinando a lo largo de los años. Ahora llegó el momento de la ejecución para despojar al pueblo argentino de sus bienes, apetecidos por empresas y potencias extranjeras. Están proponiendo un pacto del coloniaje del gobierno nacional con los gobernadores. Es coherente con esta forma de ver un país impotente para desarrollarse, para lograr su autonomía, para aprovechar sus enormes ventajas, para elevar la condición material, moral, espiritual, cultural del pueblo. Quedamos en un lugar de resignación y derrota las fuerzas populares; para beneplácito de la oligarquía.

Exultantes los vencedores y deprimidos los vencidos, nos conducen a un país para pocos, solo hay lugar para algunas franjas favorecidas. Nos quieren imponer el rol de súbditos a Washington, Londres y Tel Aviv. (Al que llaman “mundo libre” a pesar de las mil intervenciones en todos los rincones del planeta aplastando la libertad) Piensan en el desarme final de la revolución, arrebatándonos todas las herramientas (sistema financiero, empresas públicas, riquezas naturales, partes del territorio, etc.) en forma de venta, como saldos de una Argentina vendida a retazos. Despojo de las mayorías que las condenan a vivir en la miseria.

Se abre una ventana de oportunidad para retomar la marcha del Movimiento Nacional.

El presidente, al trasladar el “Pacto de Mayo” a Córdoba, comete un error grosero. La Revolución de 1810 tiene su epicentro en la Plaza de Mayo y el Cabildo de Buenos Aires. Hacia allí deberíamos confluir (el 25/05/2024) todos los que compartimos la consigna “La Patria no se vende, se defiende”. Desbordarla con banderas argentinas. Y frente al decálogo del coloniaje presentar el decálogo de la nueva Independencia Nacional;
1) por el desarrollo económico,
2) la modernización de las fuerzas productivas,
3)la recuperación de las industrias estratégicas,
4) el relanzamiento de un plan de obras públicas trascendentes,
5) la justicia social, la defensa ambiental, la ocupación y uso inteligente del territorio,
6) la profundización de la democracia,
7) la defensa de los derechos conquistados,
8) el principio de hermandad con todos los pueblos del mundo y
9) la unidad latinoamericana;
10) por la paz, la solidaridad, la cooperación y el bienestar general.

En esta etapa, alcanza con semejante manifestación. Para más adelante se hace necesario acordar un programa de gobierno. Técnicamente serio, realizable, eficiente en torno a los objetivos propuestos.

Ni castas privilegiadas, ni bandas corruptas.

Si el pueblo no observara los privilegios evidentes de los que gozan determinados estamentos de la política, del sindicalismo, etc. el discurso sobre la casta no hubiera prendido. La realidad indica que todos los países tienen “casta”, pero no en todos tienen privilegios. Y es con la eliminación de estos privilegios como los dirigentes deben dar el ejemplo. En diciembre de 1810, Mariano Moreno (frente a una conducta de adulación a Cornelio Saavedra, contraviniendo un principio fundante de la revolución, la igualdad) prohibió todo brindis o aclamación pública a favor de cualquier funcionario y suprimió todos los honores especiales de que gozaban los miembros de la Junta. (No cayó bien esta resolución y explica -en parte- la desgracia y asesinato posterior de quien fuera el alma de aquella etapa.)

No se trata de demagogia, se trata de justicia. Mal que le pese a Miguel Ángel Pichetto (por lo poco que cobran los diputados; y hasta puede ser cierto al comparar los ingresos con los de otros estamentos del mismo Estado) si va a haber austeridad para el pueblo (trabajadores, jubilados, capas medias, etc.) debe haber austeridad para todos. Hasta los esfuerzos y sacrificios son más llevaderos cuando son compartidos.

Pero si no queremos castas privilegiadas, tampoco queremos bandas delictivas.

El presidente pierde autoridad moral cuando es atacado y no contesta. Fue acusado (Cúneo en C5N) de haber mejorado sus ingresos monetarios asesorando a narcotraficantes. Muy grave. Ni lo desmintió, ni llevó al acusador a la Justicia. “El que calla otorga” dice el refrán popular. Más siendo el presidente de la Nación. Ahora la mancha de sospecha lo empezará a acompañar como la sombra al cuerpo. A pesar del silencio cómplice de muchos medios de comunicación, el asunto es de enorme gravedad y necesita una respuesta.

Sumemos que el presidente fue un empleado silencioso de las actividades prebendarías de su patrón. Concesionario de la mayoría de los aeropuertos argentinos. ¿Cuál era su tarea? ¿Asesor? ¿Lobista? No. Divulgador del programa económico de los grupos parasitarios que están haciendo ganancias siderales a costa del trabajo, la producción y la inversión genuina, que están por el suelo.

En fin, la tarea no es desplazar a la casta para que lleguen las bandas.

Un saneamiento moral, técnico y organizativo parece exceder las potencialidades de una persona. Un gran equipo tendrá que hacerse cargo de la situación en el futuro, cuando llegue el posmilei.

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