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Aumenta la tensión en una Brasilia amenazada

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Investigan si las tomas del domingo pasado son parte de un complot de Bolsonaro y jefes militares para socavar al gobierno de Lula y la democracia de ese país.

Volvió la tensión a Brasilia. Ante la amenaza de nuevas protestas convocadas por seguidores de Jair Bolsonaro un fuerte cerco de seguridad rodeaba el Palacio del Planalto en la noche de este miércoles, tres días después del intento de golpe de Estado que estremeció al pais, demostrando que la reconstruccion de la democracia puede demandar un buen tiempo, más de lo esperado.

«Lamentablemente el presidente que dejó el poder el 31 de diciembre aún no reconoció su derrota» declaró Luiz Inácio Lula da Silva durante uno de los varios encuentros que tuvo ayer en el Planalto.

Al desconocer la victoria del líder del Partido de los Trabajadores (PT) , el exmandatario envenenó aún más a la militancia de ultraderecha que el domingo pasado invadió los predios de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Lula sostuvo que esos «patanes» están divorciados de la realidad y perdieron el «sentido del ridículo» cuando ponen en duda el resultado de las elecciones que llevaron al PT a su quinto gobierno desde 2003. Con tres victorias de Lula (2002,2006 y 2022) y dos de Dilma Rousseff (2010 y 2014).

Emocionados
A pesar de que las tareas de reparación no concluyeron Lula optó por permanecer en el palacio presidencial todo el día, desafiando la estrategia del miedo urdida por el bolsonarismo con la amenaza de realizar nuevas protestas violentas.
Eran las siete de la noche cuando vehículos policiales reforzaban el patrullaje de la avenida principal de Brasilia y el presidente encabezaba la ceremonia de asunción de las ministras de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, y de Igualdad Racial, Anielle Franco, hermana de la concejala asesinada por dos sicarios pertenecientes a las «milicias» parapoliciales, grupos con los que Bolsonaro mantiene un vínculo conocido. Siendo diputado federal el líder de ultraderecha llegó a defender la legalización de esas bandas.

Anielle prometió honrar el legado de su hermana, Marielle Franco, defensora de las mujeres afrodescendientes y faveladas, ejecutada con cinco tiros en la cabeza en el centro de Rio de Janeiro. La flamante ministra declaró recientemente que seguirá luchando para esclarecer ese crimen cuya investigación fue obstruida por el gobierno anterior. Lula, junto a su esposa Janja , Dilma Rousseff y el vicepresidente Geraldo Alckmin, escuchó con atención los discursos de las jóvenes ministras en una de las ceremonias más emotivas de este también joven gobierno.
Tal como ocurrió cuando subió la rampa del Planalto el primero de enero, al iniciar su presidencia, el viejo tornero mecánico estaba rodeado en la noche de hoy por los rostros y las sonrisas del Brasil profundo. O mejor, del Brasil verdadero. El auditorio del Planalto se colmó muchachos negros, indígenas, trabajadores y «empleadas domésticas», término Sonia Guajajara, al recordar el trabajo con el que costeó sus estudios.

El himno nacional interpretado por bandas militares durante el gobierno bolsonarista fue reemplazado por una versión en lengua indígena cantada a capella por una chica. A su turno la ministra Guajajara subrayó el «coraje» de Lula por haber creado «este ministerio inédito en la historia de Brasil». Los indígenas «hace más de quinientos años que son víctimas de ataques cobardes, cobardes como los ataques de este domingo» contra la democracia, comparó.

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