OPINIÓN

¡LOS MONUMENTOS SE DESTRUYEN, LA MEMORIA NO! por Daniel Brión

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Comenzaba el mes de septiembre y en la madrugada de ese primer día, la llama que hace tantos años tratan de mantener encendida, destruyó completamente el merecido homenaje a la Capitana María de los Remedios del Valle (tal era su nombre).

¿Quién encendió esa llama, debería ser la primera pregunta que debemos hacernos…?

Es una llama que se encendió desde épocas coloniales, cuando cientos de miles de africanos fueron arrancados de su tierra, de sus pueblos, de sus familias, de sus creencias, por hombres que creyeron que su color era un privilegio de dominio sobre ellos.

Ejemplos en nuestra historia son innumerables, desde los comerciantes españoles, obispos y traficantes esclavizadores, hasta la falsedad de nuestra propia historia mal contada, sin beneficio de inventario, que trató -hoy inútilmente-, de ocultar todo bajo una alfombra de olvido.

Domingo Faustino Sarmiento, como para recordar, dijo al llegar al Congreso «Llego feliz a esta Cámara de Diputados de Buenos Aires donde no hay gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriotas».

Años más cercanos nos hacen recordar cuando en 1996 en un viaje por el país del norte, un presidente argentino, Menem, al ser interrogado por los negros de nuestro país, dijo suelto de cuerpo: «En la Argentina no llegaron negros porque nosotros abolimos la esclavitud en 1813. No existen negros. Ese problema lo tiene Brasil».

Fue entonces cuando María Magdalena Lamadrid «La Pocha», hija de esclavizados, lo fue a esperar a Ezeiza y lo enfrento diciéndole «Acá estamos, señor presidente, los negros que usted no encuentra en Argentina». Desde entonces se dedicó a fundar África Vive, una ONG que rescata los valores de la comunidad afrodescendiente en Argentina.

También Irene Ortiz Teixeira, el 17 de agosto de 1995 funda la Casa de África en Argentina, que aún sigue luchando por africanos y afrodescendientes.

El Panafricanismo también está presente en nuestro país, con su representante Leticia Rodríguez, en la Provincia de San Juan.

Decenas, cientos de agrupaciones existen en nuestra Argentina, representando a quienes siempre intentaron quitarles no sólo la voz, sino ignorar su existencia misma.

Nuestra historia, tristemente rica en ejemplos, lo demuestra y daré algunos casos:

El monumento a Falucho (Antonio Ruiz) fue desplazado de plaza San Martín, porque el coqueto barrio no quería un negro en su paisaje, a una plazoleta triangular en Pacífico, cubriéndose del smog de los colectivos.

En los libros de historia no se menciona que nuestro héroe, el Sargento Juan Bautista Cabral, pobre de toda pobreza, fue afrodescendiente, casi todos dicen que era correntino omitiendo intencionalmente este detalle.

La marcha de San Lorenzo, premiada en todo el mundo, que recuerda la gesta de San Martín y Cabral, fue escrita por un afrodescendiente: Cayetano Silva, que al fallecer un 12 de enero de 1920, no le fue permitido ser enterrado en el panteón policial, por ser negro. Recién en 1997 se lo pudo trasladar y sepultar con una placa que lleva su nombre en el Cementerio Municipal de Venado Tuerto.

La historia liberal mitrista, no cuenta que un 70% de los ejércitos patrios estaban formados por africanos y afrodescendientes que –en su mayoría- se anotaban bajo la promesa nunca cumplida de ser liberados al regresar.

En el año 2020, en el mes de diciembre, la Escuela 25 «Granaderos de San Martín» en Santa Rosa –La Pampa- con un proyecto de la maestra Mabel Fornasari, el apoyo de las autoridades escolares, los maestros, los alumnos y la colectividad local, inauguró el primer monumento a nuestra Madre de la Patria… Qué cosa, el mismo odio de este 1 de septiembre, un 20 de febrero de ese año intentaron destruir el monumento, le cortaron la cabeza y lo dañaron, Pero fue reconstruido y se formó la Agrupación que lleva el nombre de esta heroína y hasta de dio su nombre a una de las principales calles de la ciudad.

Todo lo que no mata fortalece, nos dicen, y tienen razón. Este mes de septiembre debe pasar lo mismo, todos juntos, todos hermanados, reivindicando a esta heroína, pero fundamentalmente reivindicando a todos los africanos, afrodescendientes, argentino hijos de afrodescendientes, en un abrazo fraternal y con una única voz: PEDIR PERDON POR TODO LO QUE HAN SUFRIDO Y DAR GRACIAS POR TODO LO QUE HAN HECHO POR ESTA PATRIA.

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