Acabo de escuchar a Espert. Tardíamente armó un relato para explicar el escándalo que pone en el tapete la moralidad del espacio LLA: una transferencia de 200.000 dólares, proveniente de Fred Machado. Hombre detenido por delitos de narcotráfico.
Dice Espert: «A comienzos de 2019, Federico Machado me propuso presentar mi libro *La sociedad cómplice* en Viedma, su ciudad natal. Ofreció llevarme en su avión, acepté y se lo agradecí públicamente.” Todo muy infantil. ¿Qué pensó Espert cuando un desconocido le ofrece un avión privado, con un costo ida y vuelta no menor a 10.000 dólares, para presentar un libro que perfectamente se puede pasar por PDF (_sin gastar un peso_)? Es bueno que el autor divulgue su libro. Pero ¿Tan importante serían dichas ideas para invertir de movida 10.000 dólares? ¿Los empresarios gastan tan livianamente su dinero? ¿O se trataba de una inversión en el marco de un plan?
Sigue Espert: “Ese mismo año decidí involucrarme en política y me postulé como candidato presidencial. Nunca había participado de una elección y no tenía ni idea de cómo era el detrás de la escena de la política”. Sorprendente. En el mismo año que presentaba el libro; sin trayectoria, sin haber participado en política, sin idea del detrás de la escena, sin partido…decide involucrarse en política. Y no empieza postulándose a concejal. No. Va por la presidencia. Cero experiencia y va por todo.
¿Quién puede armar en tan poco tiempo todo el aparato jurídico, político, propagandístico…y financiarlo? Dijo Espert. “Machado fue uno de los tantos que ayudaron en la campaña de 2019” Se necesita mucha plata. Mucha. ¿No se preguntó por qué alguien se desprendería de semejante dineral para una aventura electoral?
Completa Espert: “Además, Machado me dijo que una empresa minera vinculada a él necesitaba de mis servicios como economista”. O sorpresa, ahora va quedando claro que había una motivación económica. Era una inversión. Había un plan. Ya no solo tenía interés por las “ideas de la Libertad” (_por las que gastó 10.000 dólares para llevarlo a Viedma_) no solo mostraba inclinación por la política (_en la que invertiría seguramente cientos de miles de dólares_) Ahora aparecía un interés comercial. Es decir, al mismo “tipo” que “Fred” apoyaba como candidato a presidente (_misión pública si las hay_), en la que el “tipo” tenía que poner toda su atención, inteligencia y esmero; le pedía asesoramiento como economista para una empresa privada con asiento en Guatemala. Todo muy normal.
Sigamos. Espert dijo que se reunió con “el señor Iván Morales, de la empresa Minas del Pueblo de Guatemala. Tuvimos una reunión hacia mediados de 2019. Lo que me solicitó fue asesoramiento sobre distintos proyectos que tenían y, sobre todo, consejo para reestructurar la deuda de la empresa que estaba activa y que tenía pocos años de existencia. Le dije que me interesaba, pero que tendría que esperar al fin del proceso electoral para volver a la actividad profesional”
Le pregunto al lector de esta nota: Si usted fuera un empresario guatemalteco ¿le preguntaría a un “tipo”, que está presentando un libro y es candidato a presidente de Argentina, por “distintos proyectos en Guatemala”? ¿Qué puede saber ése “tipo” sobre distintos proyectos? ¿Qué sabe de minería? Pero ¿También le preguntaría sobre la reestructuración de su deuda? Usted lector ¿No lo sabe hacer? ¿No hay personas en Guatemala o Centroamérica que sepan reestructurar una deuda? ¿Viajaría a la Argentina para pedírselo a un candidato a presidente? Estrafalario.
Es interesante escuchar a Espert hablar sobre los 200.000 dólares: “Quiero dejar claro: uno, los pagos que se me hicieron no fueron de campaña ni del ejercicio de la función pública, sino producto de mi actividad privada. Dos, jamás recibí fondos que no se encontrasen debidamente justificados. Tres, jamás recibí fondos de los que se pudiera siquiera sospechar de origen ilícito. Cuatro, los trabajos por los que cobré fueron solo preparatorios o de mi investigación propia. Quinto, puedo haber pecado ingenuo, pero delincuente, jamás”.
Sinteticemos. Terminó la campaña en octubre de 2019 y en enero de 2020 retomó su trabajo profesional. En febrero recibe un adelanto (_200.000 dólares_) de la empresa minera. Dice Espert “no se trató de un pago del señor Machado, sino de una empresa que solicitaba mis servicios profesionales. Habíamos quedado en que viajaría a Guatemala para recabar más información, conocer a la empresa y reunirme con sus responsables. Pero el COVID frustró mi viaje, interrumpiéndose definitivamente la relación con la empresa que me contratara”.
Es decir no conocía Guatemala, no tenía información suficiente, no conocía a la empresa, ni se había reunido con los responsables; pero ya le habían adelantado los 200.000. Luego todo se frustró y se interrumpió la relación definitivamente. ¡¡¡Y le devolvió los 200.000 como corresponde a todo buen caballero!!! Uy, se olvidó de devolvérselos. Qué pena. En ese caso se los quedó y pelito para la vieja. Una vergüenza.
Pero ojo, (_Quinto_) dice que pudo haber pecado de ingenuo, pero de delincuente jamás!!! (_Dos_) que nunca recibió fondos que no se encontrasen debidamente justificados!!! (_Tres_) que jamás recibió fondos de los que se pudiera siquiera sospechar un origen ilícito. Todo eso es mentira. En la actividad privada, uno actúa de buena fe y, cuando recibe un pago, supone que es dinero bien habido. Pero a ciencia cierta uno no puede asegurar el origen de ese dinero, la trazabilidad, ni la catadura moral de quien hace el pago. Salvo cuando se trata de un delincuente con pedido de captura internacional -Fred Machado- del que José Luis Espert dice haberse enterado tarde, sin haber sospechado nada antes. Aunque los indicios fueran monumentales.
Si éste economista tuviera un mínimo de honor, en homenaje a las ideas de la libertad y la moralidad pública, ya hubiera renunciado. Si Patricia Bullrich realmente combatiera el narcotráfico, ya le hubiera pedido la renuncia. Si Karina y Javier Milei, no fueran quienes son, ya se hubieran despegado de él.
El barco se está hundiendo porque al fracaso *económico -social* le han agregado un lastre *moral* insostenible. Pero el capitán y su equipo parecen no darse cuenta.