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«La otredad del ser», por Ceferino Namuncurá

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En los límites del universo humano hay más que la nada misma, solo que es el lugar donde la vista debe aguazarse para que distinga, vivimos tan pendientes de los centros que olvidamos la periferia, o más aún, escapamos de las cosas que nos lastiman, por el solo hecho de no sufrir, qué desviamos nuestra mirada cuando allí nos encontramos con los cadaveres que la propia sociedad va dejando en el camino.

Creemos que la valentía es una palabra para honrar héroes, y desde esa perspectiva la vacíanos del contenido verdadero que encarna como concepto de lucha, acción o elección.

La valentía es verbo, es la potencialidad desplegada, no un resabio de un vocabulario estereotipado, la convicción hecha carne, el desamparo de los insignificantes, la blasfemia de los inconsecuentes.

Francisco ha sido por sobre todas las cosas un hombre valiente, que ha roto el patrón de medida, en definitiva el líder que jugó su cuerpo y su espíritu, uno de quienes no sera olvidado, más allá de las diatribas de ocasión.

Los desposeídos, los mendigos, los olvidados, los marginados, los que eligen ser más allá del ser de convención, las mujeres, fueron parte de sus sueños y ensueños por un mundo distinto, tan distinto como Justo y eso ya es un acto de valentía frente a los poderosos.

No soy un hombre de fe religiosa, alejado de los dogmas, que aplatan la razón, que nublan los sentidos o paralizan a los cómodos, vivo un día distinto, con angustia por la pérdida de quien dejó y dejara un legado de humanidad indiscutible.

El mundo seguirá girando, dejará más cadaveres y hermanos en la periferia, pero existe un mensaje indubitable y es el de los hombres probos, que no necesitan demostrar nada, pero que no renuncian a una causa que alguna vez sera de los justos.

Reirán los poderosos, aplaudirán los cómplices, silenciarán los indiferentes, pero la enseñanza es única, y nadie escapa a ella, aún frente a oídos sordos, si nada dejas nada te llevas, ni aún el recuerdo que es miserable para los hombres y mujeres esquivos de ser un ser.

Adiós Francisco.

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