OPINIÓN

El Retorno de Torquemada por Ariel Rolfo

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Tomás de Torquemada fue el primer inquisidor general de Castilla y Aragón en el siglo XV.

Era un fundamentalista de sus creencias religiosas que debido al uso generalizado de la tortura para obtener confesiones y a la defensa de la quema en la hoguera de los culpables, el nombre de Torquemada se ha convertido en sinónimo de crueldad, intolerancia y fanatismo.

La intolerancia y el fanatismo de los fundamentalistas ideológicos no es cosa del pasado sino que forma parte del presente cotidiano que ha encarnado en muchos movimientos sociales contemporáneos que portadores de sus creencias, muchas de las cuales dotadas de buenas intenciones o por causas justas, terminan generando un activismo fundamentalista intolerante con cualquiera no se someta a ese pensamiento único y hegemónico.

Muchos de estos movimientos que son un sector minoritario de la sociedad suelen hablar de la discriminación, la exclusión, la desigualdad, etc, pero son ellos los que terminan denostando y heretizando al resto mayoritario de la población y a cualquiera que no se someta a sus creencias.

Asi la persona o aquellos que no se sometan a sus cañones ideológicos son estigmatizados como violentos, homofóbicos, racistas, discriminadores o cualquier otro descalificativo que sirva para heretizarlos y condenarlos a la hoguera moral.

FUNDAMENTALISMO MILITANTE, INTOLERANCIA CULTURAL Y UNIDAD NACIONAL

Cuando se analizan muchos de estos movimientos, que tienen esencialmente reclamos por cuestiones muy específicas (reivindicaciones sociales, ecológicas, étnicas, de orientación sexual, de género, etc) se concluye objetivamente que, más allá de la mayor o menor razón o justicia en sus reclamos, por su implementación operativa en terreno sus consecuencias terminan siendo funcionales a la fragmentación del activismo político y social de la nación generando contradicciones secundarias innecesarias en un país colonial como la argentina.

Cuando se analiza un poco el origen de esas nuevas religiones sociales , sus espónsores y las consecuencias en el terreno político-social no se puede de dejar de ver la “mano invisible” que contribuyo a su creación y que las impulsa, en particular en el mundo occidental que sigue teniendo un Hegemon que a través del Poder Blando sigue generando colonialismo cultural.

Es importante la inclusión social, la no discriminación, la tolerancia mutua, la aceptación de lo diverso pero también es fundamental eliminar los procederes fundamentalistas intolerantes que terminan generando fracturas sociales y políticas que no le hacen nada bien a un país colonial como la Argentina que necesita de coincidencias en cuestiones fundamentales y la unidad nacional en función de su problemática central que es lograr ser un país integrado culturamente, desarrollado económicamente, justo socialmente y soberano políticamente.

Ariel Rolfo

 

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